"La más bella de la estrellas"

martes, 20 de enero de 2015

Mi carta a Audrey Hepburn.

Nosotros sabemos que estás ahí, en tu paraíso, y que nos
abres tu puerta para recibirnos con tu sonrisa y con la
esperanza de que nosotros, también te sonriamos a ti
y te enviemos un beso con nuestro recuerdo.
Mi querida Audrey: Hoy hace 22 años que nos dejaste. Y todos estos años, los que te queríamos, no hemos dejado de pensar en ti, al menos en algunos momentos; los que gozábamos la magia de tu candor y de tu dulce sonrisa, los que conocíamos la ternura de tu corazón, no te hemos olvidado. Mi eterna Audrey; éste es para ti, como el pasado año, mi homenaje en el aniversario del que fue tu largo y definitivo viaje.

Llevo muchos años preguntándome “el porqué” el mundo no se parece a ese maravilloso universo que inundaba tu alma, porque pienso que el mundo debería parecerse a la esencia de la bondad humana. Llevo tantos años pensando en ello, como desde los que me he venido preguntando por las razones de tu “desayuno” con aquel vaso de café en la mano, mirando aquel escaparate de los “diamantes”. Lo cierto es que en la respuesta que pude darme, hay algo en
Cuando mirabas aquellos diamantes, mientras tomabas tu
café, sabíamos que detrás de tus hermosos ojos, había
lágrimas porque sentías, no sólo lo lejanos que estaban
esos diamantes de ti, sino porque no entendías la
crueldad de un mundo que tan mal te trataba. Y
sabíamos que llevabas tus gafas oscuras para
que nadie viera la tristeza que había en tus ojos,
porque querías engañar al mundo con tu falsa
frivolidad, cuando sólo eras un ser maravilloso,
frágil y vulnerable, hambriento de amor y de cariño.

común para las dos preguntas: la ilusión que queremos y necesitamos para mejorar un mundo frío y hostil que se está muriendo y la ilusión que tú le ponías a un mundo que no te correspondía, ni se portaba bien contigo. Recuerdo que hubo un momento en que te quedaste perdida, cuando te identificaste con el personaje de Holly, en aquel film (“Desayuno con diamantes”), cuando pensaste que si te dejabas de querer por alguien te sentirías aprisionada en una jaula. Pero luego comprendiste que la vida tenemos que compartirla entre los que nos queremos, y supiste que era cierto que “las personas se pertenecen las unas a las otras”.
Creo que desde siempre, vi  esa bondad de tus ojos y esa
autenticidad de tu alma, en una imagen etérea y casi
vaporosa, de color sepia, a punto de desvanecerse,
sintiendo cómo penetrabas en las profundidades
oníricas de mi mente.
  
Recuerdo cómo entregaste tus últimos años para ayudar a quienes necesitaban que alguien les tendiera una mano, a ese mundo de niños desfavorecidos. Y tú se la tendiste; y fuiste la embajadora de la infancia en Unicef. Y hace tiempo entendí porqué nos quedó esa imagen tuya en donde podemos ver reflejada la bondad de tu alma. Y entendí porqué, muchos de nosotros, cuando vemos las miserias y las insidias de este mundo, nos acordamos de tu generosidad hacia el infortunio de esos seres tan desdichados.
  
Al menos, esa ilusión que le ponías a los pequeños instantes de la vida, tal y como tú escribías en algunas ocasiones y como te veíamos en algunas escenas del cine, y que sugerían la autenticidad de tu alma, es una de las cosas buenas que nos ha quedado de ti.
    
Este año no te digo adiós, porque quiero que sepas que, yo como muchos de los que te hemos querido siempre, estamos en tus sueño, en ese universo en donde ahora vives eternamente. Como también tú estás en los nuestros; en los sueños que necesitamos todos los que aún mantenemos la esperanza de un mundo mejor, en los que tenemos los que confiamos en nuestra ilusión, esa con la que tú mirabas los diamantes de Tiffany´s, ¿lo recuerdas? En los sueños que tenemos los que aún nos queda la esperanza y la ilusión de transformar la indecencia y oscuridad del mundo en un lugar digno y limpio para vivir.
  
Querida Audrey Kathleen, un beso muy grande de parte de todos nosotros para ti. Y finalmente... me gustaría recordar aquellos versos que siempre te dediqué: 
  
Siempre supe que estabas ahí,
en la dimensión de mis sueños,
iluminados por la luz de tus ojos,
y por tu ingenua y tímida sonrisa.
  
Siempre supe que decías, cuando  me cantabas:
"A donde quiera que vayas, yo seguiré tu camino,
y te llevaré a nuestro río de luna, y brillaré con
mi destello, desde mis sueños, hasta tus sueños"
Siempre supe que no te fuiste,
que te quedabas con nosotros,
cautivados con los colores de tu alma
y con la magia y dulzura de tu imagen.
  
Y siempre supe que cantabas para mi
que seguirías mi camino
que cuidarías de mis sueños
desde el "río de luna"
desde tu destello, aquel que desde lejos... yo vi"
(Clic en el título "Río de luna")

Ángel González "Rusty Andecor"


"Moon River", en versión de Ray Conniff y su Orquesta es un tributo musical de su autor, pero además lo es de todos los que la hemos amado; su vida, su carrera, su imagen y el mensaje que nos dejó. Para su homenaje, también, una versión entrañable de "Moon River"que interpreta la escocesa Eddi Reader. (Clic en los dos títulos para reproducir los dos vídeos)

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